Respecto del islam sigo con mi duda
metódica. En este último mes he leído unos cinco libros sobre el tema, unos más
críticos con el islam, otros comprensivos, uno en concreto escrito por un
musulmán, tan laudatorio con su profeta Mahoma, que lo glorifica aureolado de
tales virtudes santas, sin mezcla de mal alguno, como nosotros los católicos leemos
de nuestros santos. Vamos, que no rompía un plato, un bendito de Alá. El
último, de varios colaboradores dirigidos por un escritor italiano, lleva por
título El Islam explicado a quienes tienen
miedo de los musulmanes.
Algo de ello hay en Europa. Y algo de ello
siento en mí mismo y en mi alrededor. Y es que el islam no es solo una
religión, tiene un enorme componente político.
De lo leído, deduzco estos pensamientos.
Unos pocos tan solo, porque de otro modo esto sería interminable.
Mezquita de la M-30 de
Madrid.
Su credo. No hay más dios que Alá y
Mahoma es su profeta. Mahoma es el hombre perfecto y el Corán enseña en
repetidas ocasiones que los musulmanes deben imitar su comportamiento.
La historia cuenta que Mahoma tuvo once
mujeres, varias concubinas y esclavas, incluso se casó con Aisha, una niña de seis
años. Tuvo el profeta no pocos problemas con las mujeres. Y al final, estos problemas
le complicaron tanto que aconsejó que quedasen ocultas tras un velo.
Esto me lleva a reflexionar sobre el
trato vejatorio que sufren las musulmanas. Y me pregunto: ¿Por qué las feministas
europeas no se pronuncian sobre los problemas que sufren las mujeres en el
islam, como la mutilación genital, los asesinatos por honor o las condenadas a
muerte por lapidación tras ser acusadas de adulterio? ¿Por qué el movimiento
feminista mantiene un silencio voluntario sobre los temas relacionados con la
violencia islámica contra las mujeres?
Dice el Corán:
–Los hombres tienen autoridad sobre las
mujeres porque Alá los ha hecho superiores a ellas (Corán, 4:34)… En un juicio,
el testimonio de una mujer vale la mitad que el de un hombre (Corán, 2:282).
Y
en el Hadiz, esos dichos y acciones de Mahoma relatadas por sus compañeros y
compiladas por los sabios que les sucedieron, se lee:
–A un hombre no se le debe preguntar por
qué pega a su mujer.
La guerra. En el Corán aparece 164
veces, en todas sus variantes, la palabra yihad,
que significa combatir, la guerra en todas sus formas, afirma Justo Lacunza, un
misionero padre blanco experto en el islam. Mahoma dividió el mundo en dos
partes: Dar al Islam y Dar al Harb. Dar al Islam es la tierra del islam, que se
había sometido y estaba gobernada por la Ley Sharía. Por otra parte, Dar al
Harb era la tierra de la guerra, compuesta por el resto del territorio del
planeta. Las naciones pueden no ser conscientes de que se encuentran en guerra
con el islam, pero si no están gobernadas por la Ley Sharía, entonces el islam
está en guerra con ellas.
Todos los musulmanes forman parte de una
nación conocida como la Ummah, que se encuentra en guerra con el resto de las
naciones. Si bien puede no haber intercambio de hostilidades en un momento
concreto, técnicamente están en guerra, incluso si los musulmanes no lo saben.
Esta paz es temporal y recibe el nombre
de hudna. Por lo tanto, un musulmán que vive en Inglaterra no es un inglés que
además es musulmán. Se trata de un musulmán que vive en Inglaterra, pero su
lealtad es ante todo para la Ummah que, técnicamente, está en guerra con el
Reino Unido.
Al introducir Mahoma el concepto del
martirio en su religión (o movimiento político), consiguió inspirar a sus
seguidores para que abrazasen la idea del valor suicida.
Dice el Corán 9:38:
–¡Creyentes! ¿Qué os pasa? ¿Por qué,
cuando se os dice: «¡Id a la guerra por la causa de Alá» permanecéis clavados
en tierra? ¿Preferís la vida de este mundo a la otra? ¿Qué es el breve disfrute
de la vida de este mundo comparado con la otra vida? Si no vais a la guerra, os
infligirá un doloroso castigo. Hará que otro pueblo os sustituya, sin que
podáis causarle ningún daño. Alá es omnipotente.
El odio hacia los judíos formó también
parte de la religión del islam… De hecho –afirma Harry Richardson, en La historia de Mahoma–, la biografía del
profeta del islam contiene más odio hacia los judíos que el Mein Kampf de Hitler. Hasta este punto,
Mahoma había dicho a sus seguidores que orasen mirando a Jerusalén, pero cambió
de opinión y les dijo que debían orar en dirección a la Kaaba en La Meca.
Empezó a criticar duramente a los judíos y a los cristianos y el Corán asegura
que Alá les convertirá en cerdos y monos. Bueno, por ahora, gracias a Dios, Alá
no ha logrado convertirme todavía en mono.
Europa está que arde con noticias de
atentados yihadistas por doquier. Leo en La
Vanguardia, en una entrevista a Pierre Conesa, ex alto funcionario del
Ministerio de Defensa francés, que ha recogido sus experiencias en un libro
titulado La diplomacia religiosa de
Arabia Saudita, que Arabia Saudí «dedica en propaganda hasta 8.000 millones
anuales, seis o siete veces lo que la URSS empleaba en sus mejores años. Para
hacerse una idea, el presupuesto anual del Vaticano del año 2011 fue de 245
millones». Y ha destinado 6,5 millones de euros al Centro Cultural Islámico de
Madrid (la mezquita de la M-30) y financiado en Málaga un centro islámico de 3.842
metros cuadrados.
Actualmente –cuenta Pierre Conesa– Arabia
Saudí es el mejor cliente de Francia en el sector de la venta de armas: 10.000
millones en contratos, «y además el reino ha contratado a las cuatro mayores
agencias de relaciones públicas francesas para gestionar su imagen». En esas condiciones,
el papel de la política exterior francesa y de otros países occidentales es
totalmente pasiva ante la difusión del islamismo.
Lo dicho. La hipocresía de los gobiernos
de Europa, la cobardía silenciosa de las editoriales occidentales que no se atreven
a publicar ciertos libros sobre el islam, esa izquierda vergonzante con la
proclama del multiculturalismo, y esa Unión Europea que reniega de sus raíces,
que no son otras que ese trípode formado por la filosofía griega, el derecho
romano y la religión judeo-cristiana.
Y llegado a este punto, sigo con mi duda
metódica. Michele Zanzucchi y otros colaboradores del libro El Islam explicado a quienes tienen miedo de
los musulmanes, no han logrado quitarme el miedo del todo, después de leído
el libro.
Estoy intrigado sobre si ese tal Harry Richardson existe realmente o es solo un nombre que esconde un colectivo antiislámico. Estoy leyendo su tendencioso libro y me asombro cuando alaba al licder ultraderechista de holanda porque tiene que ir escoltado. No encuentro su foto o su biografía por ningún lado.
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