Tras la serie que he dedicado a la
disparatada Iglesia de El Palmar de Troya, noticia que ha tomado cierto relieve
periodístico a raíz de que su tercer papa, Gregorio XVIII, colgó los hábitos
para casarse con una divorciada, traigo a colación otra disparatada Iglesia
Católica Apostólica Remanente, que tiene su sede «en el exilio», según dicen,
mientras Roma siga ocupada por esa figura apocalíptica de «Babilonia la Gran
Ramera». Tiene su Santa Sede en Villa María, ubicada en el municipio de General
Rodríguez, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ahí reside Alejandro IX,
tercero de los papas surgidos en esta secta que solo cuenta con diez años de
existencia. En ella se encuentran además las congregaciones de la Santa Iglesia
Católica Remanente, la Catedral de Nuestra Señora de la Compasión y el
seminario, dedicado a la misma advocación mariana.
El argentino, Alejandro Tomás Greico, papa Alejandro IX
de la Iglesia Remanente con sede en Argentina.
Se definen como «un pequeño pero
creciente grupo de católicos que han rechazado al Conciliábulo Vaticano II y a
sus Antipapas (Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI
y Francisco). Nuestro magisterio es el de San Pedro y el de todos los
verdaderos Papas de la Iglesia Católica. Nuestros Concilios Ecuménicos son los
XX que se celebraron hasta finales del siglo XIX. Estos católicos forman parte
de la «Iglesia Católica Apostólica
Remanente».
Todo comenzó el 24 de marzo de 2006 en
la ciudad argentina de Luján, reunidos una serie de «obispos y sacerdotes
compasionistas» en Cónclave extraordinario, bajo la batuta de monseñor Óscar de
la Compasión, que se decía haber sido ordenado y consagrado obispo por monseñor
Maurice Adolphe Georges Cantor, quien niega que tan ordenación y consagración
hubiera existido, y es elegido papa con el nombre de León XIV.
Surge así la Iglesia Remanente con un
papa que tendrá poco tiempo de existencia.
Curiosamente, la circular enviada para
la convocación del cónclave mundial, llegó también «al Antipapa de Roma y su
Secretario de Estado, intimándolos a abandonar el Vaticano y así proceder con
la elección».
León XIV duró poco. Murió de leucemia el
2 de febrero de 2008 y fue elegido Juan Bautista Brunetti con el nombre de
Inocencio XIV. Que duró aún menos. En agosto de ese mismo año de la elección,
dimitió y fue elegido quien rige actualmente la Iglesia Renuente, Alejandro IX,
un bonaerense nacido en 1983 por nombre Alejandro Tomás Greico. Joven papa, 33
años actualmente.
Y ya ha canonizado a una pléyade de
santos, la mayoría de ellos desconocidos para mí, pero otros bien
significativos. Por ejemplo, su antecesor León XIV y también Francisco Franco, José
Antonio Primo de Rivera, José Calvo Sotelo, Tomás de Kempis y Fray Tomás de
Torquemada…
Tampoco le han faltado los anatemas,
como por ejemplo ese decreto salido de su Sede Apostólica, fechado el 26 de
agosto de 2013, por el que «ordenamos y establecemos que todos los fieles
anatematicen con Nos el día 30 de agosto a la judía, heresiarca, modernista y
satanista Agnes Gonxha Bojaxhiu, conocida internacionalmente como Madre Teresa
de Calcuta».
Y donde no puede faltar el largo código
de conducta de sus adeptos. Si os queréis apuntar a la Iglesia Remanente, sabed
que:
Sobre el atuendo: se prohíbe a las mujeres usar
pantalones. Las faldas que usen las mujeres deben cubrir las rodillas. Se prohíbe a
todos los fieles el uso de pantalones cortos. Se prohíbe el uso de
camisas o cualquier otra prenda de mangas cortas. Las camisas y blusas deben
estar abotonadas hasta el cuello. Se prohíbe el uso de prendas
confeccionadas con tela de jean. Se prohíbe a los hombres la
utilización de joyas u aros. Sólo se permite el anillo de bodas. Prohibidos los
tatuajes. Prohibido a los varones teñirse el cabello y el uso del pelo largo.
Sobre los deportes, juegos y esparcimiento: Los fieles tienen prohibido asistir a
playas. Está prohibido visitar y utilizar piscinas públicas. Prohibido bajo
pena de excomunión visitar clubes nocturnos. Prohibido escuchar o interpretar
rock o música popular moderna. Prohibido asistir a cines. Las obras
teatrales que no estén autorizadas por la autoridad eclesiástica no pueden ser
vistas por los fieles. Lo mismo vale para los conciertos de música tolerada. Ver
peleas de boxeo está prohibido. Ver partidos de fútbol está prohibido. Realizar
cualquier deporte que exija el uso de pantalones cortos está prohibido. Está
prohibido ver televisión bajo pena de excomunión. La lectura de
revistas de espectáculos o frivolidades está prohibida bajo pena de excomunión.
Sobre prácticas cotidianas que deben ser consideradas
pecados graves: Se encuentra prohibido
bajo pena de excomunión apostar. Prohibido bajo pena de excomunión arrojar
monedas a fuentes o pozos de agua. Prohibido consultar horóscopos. Prohibido el
uso de talismanes. Prohibido a los fieles los árboles de navidad. Prohibido mentir
a los niños con la creencia pagana de «Santa Claus», «Papá Noel» o como se le
llame en cada país. Todas las imágenes de «Santa Claus», «Papá Noel» o como se
le llame en cada país están prohibidas.
¿Sabéis lo que os digo? Que prefiero al
argentino Papa Francisco. Ese papa de la Iglesia Remanente, Alejandro IX, es un
pelmazo.
Y ya que hablamos de aficionados a
proclamarse papas, no son únicos los que he mencionado en este y anteriores
entregas. Es decir: los papas de El Palmar, el francés Michel August Marie
Collin, de la Iglesia Renovada de Cristo, o Gaston Trembley o Gregorio XVII,
del Canadá.
Ha habido y hay muchos más. Por ejemplo,
estos:
El italiano Gino Frediani, con el nombre
de Emmanuel I, apareció por el año 1973.
En 1977, Chester Olszewski predicaba su
mensaje religioso en Pennsylvania, Estados Unidos, y en 1980 se autoproclamó
Sumo Pontífice bajo la denominación de Pedro II.
En 1984 aparecen tres nuevos papas. Francis
Konrad Schuchardt, S.S. Adrián VII, en Spokane, Estados Unidos, y los belgas
Aimé Baudet y Pierre Henri
Buboisof. Este último tomó el nombre de Pedro Atanasio II, «coronado»
ante la tumba de San Pedro, en Roma, el 10 de abril de 1984, para luego
instalarse en Bruselas.
En 1990, otro italiano, Valeriano
Vestini, que se hizo llamar Valeriano I, y el norteamericano David Allen Bawden,
que, en cónclave con seis personas, se proclamó pontífice con el nombre de
Michael I.
En 1991, Timothy Blasio Ahitila es
proclamado papa en su tierra natal, Kenia, no sé con qué nombre.
En 1994, es el sudafricano Víctor Von
Pentz, que tomó el nombre de Lino II, con residencia en Hertfordshire,
Inglaterra.
En 1995, en Le Perreux, Francia, Maurice
Archieri tomó el nombre de Pedro II, usando el mismo nombre que Manuel Alonso
Corral, el amigo abogado de Clemente, que le sustituyó en la Sede palmariana.
Y un último papa, el italiano Roberto
Carnevale, proclamado también en 1995 con el nombre de Juan XX.
¡HABEMUS PAPAM, che! Pero papa argentino,
que no es otro que el que está en Roma, papa Francisco, cuestionado también,
desgraciadamente, no solo por esta chusma de iluminados, sino por no pocos
dentro de la Iglesia, posicionados en la extrema derecha, desde ciertos
cardenales hacia abajo.
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