martes, 24 de mayo de 2016

Un papa argentino que no es Francisco

Tras la serie que he dedicado a la disparatada Iglesia de El Palmar de Troya, noticia que ha tomado cierto relieve periodístico a raíz de que su tercer papa, Gregorio XVIII, colgó los hábitos para casarse con una divorciada, traigo a colación otra disparatada Iglesia Católica Apostólica Remanente, que tiene su sede «en el exilio», según dicen, mientras Roma siga ocupada por esa figura apocalíptica de «Babilonia la Gran Ramera». Tiene su Santa Sede en Villa María, ubicada en el municipio de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires, Argentina. Ahí reside Alejandro IX, tercero de los papas surgidos en esta secta que solo cuenta con diez años de existencia. En ella se encuentran además las congregaciones de la Santa Iglesia Católica Remanente, la Catedral de Nuestra Señora de la Compasión y el seminario, dedicado a la misma advocación mariana.


El argentino, Alejandro Tomás Greico, papa Alejandro IX
de la Iglesia Remanente con sede en Argentina.

Se definen como «un pequeño pero creciente grupo de católicos que han rechazado al Conciliábulo Vaticano II y a sus Antipapas (Juan XXIII, Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco). Nuestro magisterio es el de San Pedro y el de todos los verdaderos Papas de la Iglesia Católica. Nuestros Concilios Ecuménicos son los XX que se celebraron hasta finales del siglo XIX. Estos católicos forman parte de la «Iglesia Católica Apostólica Remanente».
Todo comenzó el 24 de marzo de 2006 en la ciudad argentina de Luján, reunidos una serie de «obispos y sacerdotes compasionistas» en Cónclave extraordinario, bajo la batuta de monseñor Óscar de la Compasión, que se decía haber sido ordenado y consagrado obispo por monseñor Maurice Adolphe Georges Cantor, quien niega que tan ordenación y consagración hubiera existido, y es elegido papa con el nombre de León XIV.
Surge así la Iglesia Remanente con un papa que tendrá poco tiempo de existencia.
Curiosamente, la circular enviada para la convocación del cónclave mundial, llegó también «al Antipapa de Roma y su Secretario de Estado, intimándolos a abandonar el Vaticano y así proceder con la elección».
León XIV duró poco. Murió de leucemia el 2 de febrero de 2008 y fue elegido Juan Bautista Brunetti con el nombre de Inocencio XIV. Que duró aún menos. En agosto de ese mismo año de la elección, dimitió y fue elegido quien rige actualmente la Iglesia Renuente, Alejandro IX, un bonaerense nacido en 1983 por nombre Alejandro Tomás Greico. Joven papa, 33 años actualmente.
Y ya ha canonizado a una pléyade de santos, la mayoría de ellos desconocidos para mí, pero otros bien significativos. Por ejemplo, su antecesor León XIV y también Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera, José Calvo Sotelo, Tomás de Kempis y Fray Tomás de Torquemada…
Tampoco le han faltado los anatemas, como por ejemplo ese decreto salido de su Sede Apostólica, fechado el 26 de agosto de 2013, por el que «ordenamos y establecemos que todos los fieles anatematicen con Nos el día 30 de agosto a la judía, heresiarca, modernista y satanista Agnes Gonxha Bojaxhiu, conocida internacionalmente como Madre Teresa de Calcuta».
Y donde no puede faltar el largo código de conducta de sus adeptos. Si os queréis apuntar a la Iglesia Remanente, sabed que:
Sobre el atuendo: se prohíbe a las mujeres usar pantalones. Las faldas que usen las mujeres deben cubrir las rodillas. Se prohíbe a todos los fieles el uso de pantalones cortos. Se prohíbe el uso de camisas o cualquier otra prenda de mangas cortas. Las camisas y blusas deben estar abotonadas hasta el cuello. Se prohíbe el uso de prendas confeccionadas con tela de jean. Se prohíbe a los hombres la utilización de joyas u aros. Sólo se permite el anillo de bodas. Prohibidos los tatuajes. Prohibido a los varones teñirse el cabello y el uso del pelo largo.
Sobre los deportes, juegos y esparcimiento: Los fieles tienen prohibido asistir a playas. Está prohibido visitar y utilizar piscinas públicas. Prohibido bajo pena de excomunión visitar clubes nocturnos. Prohibido escuchar o interpretar rock o música popular moderna. Prohibido asistir a cines. Las obras teatrales que no estén autorizadas por la autoridad eclesiástica no pueden ser vistas por los fieles. Lo mismo vale para los conciertos de música tolerada. Ver peleas de boxeo está prohibido. Ver partidos de fútbol está prohibido. Realizar cualquier deporte que exija el uso de pantalones cortos está prohibido. Está prohibido ver televisión bajo pena de excomunión. La lectura de revistas de espectáculos o frivolidades está prohibida bajo pena de excomunión.
Sobre prácticas cotidianas que deben ser consideradas pecados graves: Se encuentra prohibido bajo pena de excomunión apostar. Prohibido bajo pena de excomunión arrojar monedas a fuentes o pozos de agua. Prohibido consultar horóscopos. Prohibido el uso de talismanes. Prohibido a los fieles los árboles de navidad. Prohibido mentir a los niños con la creencia pagana de «Santa Claus», «Papá Noel» o como se le llame en cada país. Todas las imágenes de «Santa Claus», «Papá Noel» o como se le llame en cada país están prohibidas.
¿Sabéis lo que os digo? Que prefiero al argentino Papa Francisco. Ese papa de la Iglesia Remanente, Alejandro IX, es un pelmazo.
Y ya que hablamos de aficionados a proclamarse papas, no son únicos los que he mencionado en este y anteriores entregas. Es decir: los papas de El Palmar, el francés Michel August Marie Collin, de la Iglesia Renovada de Cristo, o Gaston Trembley o Gregorio XVII, del Canadá.
Ha habido y hay muchos más. Por ejemplo, estos:
El italiano Gino Frediani, con el nombre de Emmanuel I, apareció por el año 1973.
En 1977, Chester Olszewski predicaba su mensaje religioso en Pennsylvania, Estados Unidos, y en 1980 se autoproclamó Sumo Pontífice bajo la denominación de Pedro II.
En 1984 aparecen tres nuevos papas. Francis Konrad Schuchardt, S.S. Adrián VII, en Spokane, Estados Unidos, y los belgas Aimé Baudet y Pierre Henri Buboisof. Este último tomó el nombre de Pedro Atanasio II, «coronado» ante la tumba de San Pedro, en Roma, el 10 de abril de 1984, para luego instalarse en Bruselas.
En 1990, otro italiano, Valeriano Vestini, que se hizo llamar Valeriano I, y el norteamericano David Allen Bawden, que, en cónclave con seis personas, se proclamó pontífice con el nombre de Michael I.
En 1991, Timothy Blasio Ahitila es proclamado papa en su tierra natal, Kenia, no sé con qué nombre.
En 1994, es el sudafricano Víctor Von Pentz, que tomó el nombre de Lino II, con residencia en Hertfordshire, Inglaterra.
En 1995, en Le Perreux, Francia, Maurice Archieri tomó el nombre de Pedro II, usando el mismo nombre que Manuel Alonso Corral, el amigo abogado de Clemente, que le sustituyó en la Sede palmariana.
Y un último papa, el italiano Roberto Carnevale, proclamado también en 1995 con el nombre de Juan XX.
¡HABEMUS PAPAM, che! Pero papa argentino, que no es otro que el que está en Roma, papa Francisco, cuestionado también, desgraciadamente, no solo por esta chusma de iluminados, sino por no pocos dentro de la Iglesia, posicionados en la extrema derecha, desde ciertos cardenales hacia abajo. 

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