Amigos,
ha llegado la «yihad» ibérica. ¡Quién lo iba a decir! Aunque no es una «guerra
santa», como su patrón original, trata de imponer un modelo de sociedad en esta
piel de toro que pretende romper con todos los moldes. No es la primera vez que
esto ocurre. Si repasamos nuestra historia, vemos que somos un pueblo habituado
a flagelarnos periódicamente. Otras veces –y ejemplo tenemos no muy lejanos–,
cuando la «yihad» ibérica lanzaba su grito de guerra, lo común y frecuente era
quemar iglesias y matar curas.
Ahora,
espero, no será así. Estamos más civilizados.
Ahora
solo se aparta el crucifijo cuando, por ejemplo, el excelentísimo señor Kichi, alcalde
de la ciudad de Cádiz, pronunció en su toma de posesión su promesa o juramento
a Lenin, Stalin o Hugo Chaves, qué sé yo a quién, vestido de guayabera caribeña
y zapatillas de deportes.
Capilla del Buen Consejo. Ayuntamiento de Barcelona.
El
tal Kichi ha arriado la enorme bandera de España de la Plaza de Sevilla en
Cádiz –emblema de la patria– y ha sustituido en su despacho de alcalde –que,
según dice, es más grande que su propia casa– el retrato del rey Juan Carlos y
lo ha sustituido por el político anarquista gaditano Fermín Salvochea
(1842-1907), quien, tras la Septembrina de 1868, fue nombrado edil del
Ayuntamiento gaditano y asumió el mando del Segundo Batallón de Voluntarios de
la Libertad, agrupaciones de «milicias cívicas». En 1871 será nombrado alcalde
de Cádiz y en 1873 se unirá al movimiento cantonal, proclamando el Cantón de
Cádiz. En este corto periodo cantonal, que será desbaratado por las tropas del
general Pavía, desalojó a las monjas de la Candelaria de su convento, sustituyó
en las escuelas la enseñanza de «religión» por la de «moral universal», prohibió
cualquier dogma positivo alguno. Las escuelas con nombres de santos recibieron
nuevos nombres como La Razón, La Igualdad o La Armonía. Cambió también el
nombre de las calles dedicadas a santos por otros laicos como Voltaire, Juárez,
Jacobinos, etc. Suprimió las fiestas religiosas y creó una fiesta cívica del
advenimiento de la República Federal.
Este
es el modelo escogido por el nuevo excelentísimo alcalde de Cádiz, el señor
Kichi.
Y
si nos vamos a Barcelona, a la otra punta de España –¡he dicho España, perdón!–,
vemos cómo la señorita Gala Pin, concejala de la excelentísima señora Colau,
alcaldesa de la Ciudad Condal, ha descubierto que en el Ayuntamiento hay una
capilla –la Capilla del Buen Consejo, pequeño recinto al lado del Salón de las
Crónicas en el que se exhibe una Virgen de Montserrat y un retablo con las
imágenes de San Olegario, San José Oriol, Santa Eulalia, San Pedro Nolasco y
San Raimundo de Peñafort, santos muy catalanes–, y está dispuesta a
desacralizar el recinto.
Ha
escrito en un twitter:
–Rincones
secretos del Ayuntamiento que apuntan a un necesario cambio de uso. Capilla con
la Moreneta que se hizo construir Porcioles.
Acompañado,
cómo no, de una fotografía de la capilla, que lleva visos de ser derribada por
la nueva horda, como los milicianos del Estado Islámico destruyendo esculturas
y estatuas de miles de años de antigüedad en Mosul.
Y
de Barcelona, al centro de España, a Madrid. Otra edil de la excelentísima
abuela alcaldesa de la Ciudad del Oso y del Madroño, señora Carmena, una tal
Rita Maestre, concejala del partido de izquierda populista «Ahora Madrid» y
actualmente portavoz del Gobierno municipal de Madrid, participó en 2011 en el asalto
a una capilla universitaria, acto por el que está imputada. La Fiscalía pide un
año de cárcel e inhabilitación para la concejalía por aquellos hechos.
Ella
afirma que aquello fue un acto pacífico. No quemaron la capilla como en tiempos
pasados, eso no, que estamos en el siglo XXI. Pero díganme ustedes si fue
violento o no esta irrupción en la capilla de Rita Maestre y acompañantes, a
los que lideraba.
En
el juicio en Pozuelo en 2012, el capellán declaró a la juez que a él le «empujaron»,
que les dijo «que así, gritando, no se podía entrar en la capilla», pero «hicieron
caso omiso». Un testigo declaró a la juez que escuchó al grupo decir «me cago
en Dios», «me río de la virginidad de la Virgen María» y «menos rosarios y más
bolas chinas». Otro estudiante, identificó ante la juez a A. H. H. como el que
dijo frases muy parecidas y la frase de «arderéis como en el 36». Una joven,
que esperaba el inicio de la misa de una de la tarde, manifestó a la juez cómo Rita
Maestre «se quitó la ropa para quedarse desnuda». Otras jóvenes también se
desnudaron de cintura para arriba, algunas en sujetador, entre un grupo de
cincuenta.
Todo
muy «pacífico».
Y
en esas estamos. Ha llegado –no sé si en patera o no – la «yihad» ibérica. Así
lo han querido las urnas. Arriemos la bandera de España y que Dios nos coja
confesados.
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